Durante los días largos y soleados del verano, todos los expertos en salud ocular recomiendan protegerse del sol y de los rayos ultravioleta (UV), pero ¿qué ocurre en invierno?
Debemos cuidar nuestros ojos durante las cuatro estaciones del año. Durante la temporada invernal los cuidados oculares deben acentuarse, para reducir el posible efecto de los fenómenos climatológicos externos, como son: el frío, el viento y la nieve. Además, se debe de tener en cuenta las consecuencias de pasar más tiempo en espacios cerrados con calefacción.
El invierno implica hacer más vida en espacios interiores. El uso constante de sistemas de calefacción disminuye la humedad ambiental del aire. Esto provoca un incremento de la evaporación de la película lagrimal del ojo, y, por lo tanto, un aumento del riesgo de padecer sequedad ocular. Si a esto se le suma, un aumento del tiempo que pasamos expuestos a las pantallas de visualización como la televisión, el ordenador o el teléfono móvil, el riesgo de fatiga visual y la sequedad ocular pueden incrementar.
Tanto el estar en espacios cerrados con calefacción como el uso de las pantallas de visualización pueden resultar ser un agravante en aquellas personas que sufren la Enfermedad del Ojo Seco, debido a la baja humedad, a la sequedad en el ambiente y a la baja frecuencia de parpadeo. Es por eso por lo que durante los meses de invierno se pueden ver empeoradas las consecuencias del ojo seco.
Bibliografía:
“https://www.aao.org/salud-ocular/consejos/ceguera-de-la-nieve”